Las peleas de toros es una costumbre que se da en todos los pueblos de la Ruta del Loncco, por lo tanto en Mollebaya la afición por las peleas de toros está presente

De acuerdo a  algunos datos, esta tradición nació en Characato y fué desde ahí que se difundió por toda la campiña arequipeña. Según fuentes tradicionales, los agricultores de Characato tenían por costumbre tomar el desayuno a las 6 de la mañana, almorzar entre 10 y 11, comer el Jayari a las 2 de la tarde y la merienda entre 4 y 5 de la tarde. Era a la hora del Jayari que largaban sus toros y se sentaban en los bordos para comer, mientras tanto convenían en hacer pelar a sus toros (que utilizaban en la yunta para el arado) a manera de descanso y diversión.

Las peleas de toros nacieron de la manera más espontánea, de los hombres laboriosos, de su campiña hermosa y otrora vasta, fecunda, lozana.Los campesinos solían recurrir a ella para alternar sus largos días de agotadoras faenas de labranza con horas de emoción y euforia. Esos animales en un tiempo eran dedicados especialmente a abrir surcos en yunta, es decir en pareja. Con el arado asegurado a sus testas abrían los surcos para luego en ella sembrar papa, maíz, trigo, etc. Eran unos simples bueyes, al descubrir la forma como se embestían, estos toros seguían atados al yugo, pues esporádicamente eran llevados al campo de combate.Poco a poco se fueron haciendo parte integrante de la vida del chacarero, quien recurrió a ellos para celebrar con toda pompa el aniversario del distrito o de su pueblo o la fiesta del santo patrono de la comunidad. También se ha recurrido a estas peleas para animar fiestas populares de beneficio, como por ejemplo para recaudar fondos destinados a la construcción de obras comunales.

El tractor desplazó a los mansos bueyes y erigió a los mismos en grandes toros como verdaderos gladiadores. Ya no trabajaban, eran mantenidos en celo y sometidos a preparación física antes de cada contienda.Esta fiesta tradicional se ha ido puliendo. Antes su escenario era natural, los volcanes al fondo, el verdor de la campiña y los andenes cultivados, hoy se cuentan con coliseos de peleas, un trofeo que disputan llamado Astero de Plata y una Asociación de Criadores de Toros de Pelea. Sus combates y su fama han trascendido suelo nacional.